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Nuestra Historia

Nuestra Bodega es una empresa familiar con más de 70 años de experiencia en la elaboración de vinos. Desde nuestros orígenes hemos tenido como fortaleza la unión por un mismo objetivo, generar productos de calidad para continuar con una genealogía que sigue una proeza y desarrolla una idea.

La vitivinicultura ha sido desde siempre un negocio de familia en nuestro país, que se centra en poner mucho corazón para llevarla adelante. Distintas investigaciones han demostrado que la empresa familiar es tal vez la organización comercial más antigua en la historia de la humanidad. Antes de las empresas multinacionales ya existían las empresas familiares. Antes de la Revolución Industrial (1700) también. Incluso antes del Renacimiento en el siglo XV, las empresas que formaban artesanos y comerciantes llevaban el nombre de su fundador.

Así ocurrió también con Bodega Favretto. La historia de la bodega, comenzó en la ciudad de Pagnano D´Asolo, Italia, el 2 de febrero de 1908. Cuando nace su fundador: Ferruccio Favretto. Pagnano pertenece a la comuna de Asolo y era una localidad que no llegaba a los 1000 habitantes, en la que vivían agricultores, albañiles, carpinteros, herreros -actualmente no supera los 10 mil habitantes-. Está ubicada en el noroeste de Italia, y pertenece a la provincia de Treviso, en la región llamada ¨Del Véneto¨. A espaldas de la ciudad se encuentra el famoso Monte Grappa. En algún momento, este pequeño pueblo, llegó a ser sede del Emperador Enrique II.

Con 19 años, Ferruccio emprende el viaje a América. El 11 de mayo de 1927, zarpa desde el puerto de Génova, en el piróscafo -nombre dado a los primeros barcos a vapor- ¨Conte Verde¨. Y el 26 de mayo de 1927 amarra en el puerto de Buenos Aires. Luego se traslada al Alto Valle. Su primer trabajo fue el trazado de los canales primarios y secundarios que irrigarían toda la zona. El cavado era una tarea de hormiga, la labor era a pico y pala, y al no existir ningún tipo de forestación el fuerte viento, que perduraba a veces toda la noche, anulaba completamente lo que se había hecho el día anterior. Los inicios fueron muy difíciles. El escenario era la inmensidad desierta, tierra suelta, seca, volátil. No había árboles, sólo matorrales y lomas desparramadas. El sol castigaba fuerte y no había refugios.

Al poco tiempo, Ferruccio Favretto, comenzó a desarrollar su actividad. Lechero primero y vitivinicultor después. En la localidad de General Enrique Godoy, en la chacra 120 A, con 50 hectáreas, construye el primer corral. En 1935, el fundador de la bodega, se casa con María Disiot, también italiana, proveniente de la ciudad de Partole, provincia de Istria. En la misma propiedad nacen sus dos hijos. Juan y Adelino. Ellos fueron los artífices del crecimiento del apellido, y de la trascendencia de la bodega. En el ambiente valletano, fueron rápidamente bautizados como ¨ la bodega de los hermanos Favretto¨ .

En 1944, desalquila este dominio y compra a dos kilómetros de ahí, ya en Villa Regina, donde actualmente se encuentra la bodega. En 1980, 36 años después, los hermanos Favretto, a modo de homenaje y nostalgia, logran comprar la propiedad de Godoy, donde aún se mantenía la casa de adobe donde habían nacido... Y la comienzan a plantar con viña... En breve, Don Favretto se convirtió en el lechero del pueblo. Su plantel era uno de los más grandes de la zona, con 20 vacas. Todas las mañanas ordeñaba y repartía, con la chata a caballos, la leche a los vecinos. En archivos de la época se lee que la identificación de ganado bovino -conocida como marca para hacienda- fue la segunda de Villa Regina, inscripta en el año 1938.

En 1944, Ferruccio, plantó los primeros barbechos. Era muy común que todos los gringos hicieran su propio vino. Anécdotas de la época, cuentan que cada colono competía con el vecino para ver cual era el mejor. Toda una rivalidad de superación. Para esmerarse y dedicarle más ahínco la próxima cosecha. Como ocurre en la actualidad, recurriendo a las nuevas tecnologías, buscando asesoramiento en personas que recorren el país y el mundo, trayendo las últimas novedades, sondeando constantemente al consumidor en un trato personalizado. En muchos chacareros la pasión del vino se circunscribía al consumo familiar. Pero Ferruccio Favretto, encontró la pasión en el vino. Descubrió, en ésta ancestral bebida, ese secreto que no se sabe por qué presta vida. Comprobó que ese exilir depara sorpresas cada vez que sale de su jaula de vidrio.

Y comenzó a plantar más hectáreas. Ya el puñado de bordelesas quedaba chico... Entonces en 1947, construye tres piletas de ladrillo revestidas en cemento. Una de 5000 litros -abierta- para fermentación. Y dos piletas más para conservación. Una de 6200 y otra de 6700 litros. Que aún se mantienen, y cualquiera que visite la bodega puede verlas. Remozadas y revestidas en epoxi, que siguen cumpliendo una excelente función. En 1948, el fundador de la bodega, comienza a darle al producto las condiciones adecuadas para su venta. Y de ahí, poco a poco, edifica el basamento de su clientela.

Juan y Adelino continuaron sesudamente el legado de su padre. La simiente que había plantado Don Ferruccio no se seco. Germinó varios años después cuando los hermanos Favretto comenzaron a ver que una damajuana vendida atraía a la otra y ésta a un par más. Así, al pasar los años se fue ampliando aquel esfuerzo. Se puso más vino en las piletas, se renovó el establecimiento, se estiró algún alero y se abrieron nuevos horizontes. Y se siguío respetando aún más los orígenes.

Seguramente si Ferruccio viviera, estaría orgulloso del trabajo a conciencia, la probidad y la eticidad desplegada por ambos. Valores que cotidianamente los reginenses subrayan con fibra fosforescente.


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